miércoles, 4 de diciembre de 2013

Reforma política

Camilo González

La salida del Pacto por México del PRD -por la negociación de la reforma político-electoral- no ha sorprendido a nadie. Mucho menos a AMLO que ya esperaba desde su Morena que las condiciones fueran mejorando en su lucha contra la reforma energética. 

El caso es que los votos del PAN son suficientes para aprobar las reformas junto al PRI. Con estos votos, se perfila una reforma política. Aquí comento algunas propuestas. 

Primero, la inclusión de las candidaturas ciudadanas contemplada en la reforma política no es un avance, en el sentido de que los partidos políticos mantienen un dominio del espacio en radio y televisión, así como de las prerrogativas. Incluso, en los asientos del Consejo General del futuro INE están contemplados solamente asientos para los partidos políticos, y me parece que los consejeros no tienen el papel de representar a la sociedad ahí, sino al Estado, que aunque suene igual, no es lo mismo. 

El Estado es uno y la sociedad otra. La sociedad en el Consejo del INE está representada por los partidos políticos, y los Consejeros son los mediadores de éstos con el Estado, y con la sociedad. Pero a los ciudadanos que busquen una candidatura independiente, nadie los representará ni cuidará de sus intereses, pues los partidos cuidarán de sus candidatos, que pretenden que representen a la sociedad. 

Los ciudadanos no estamos representados ahí más que por los partidos y los consejeros representan los intereses del Estado, pues son sus representantes. No es mucho lo que se ha ganado pues los asientos del INE son una victoria para los partidos políticos, no necesariamente para la sociedad, porque no necesariamente lo que le hace bien a los partidos políticos le hace bien a la sociedad. Y un instituto como el INE, capaz de darle dinero y espacio de publicidad a los partidos, y que les hace bien, no le hace mayor bien a la sociedad por eso, sino a las finanzas del Estado, por lo menos, y de los partidos mismos. 

Después, durante los años de la “transición” fallida se evidenció la pérdida de soberanía por parte de dos gobiernos inútiles, que fallaron incluso en la simulación y no lograron entablar mayores reformas que la laboral, coincidente también con los intereses del extranjero. 

Ahora con la nueva administración, la búsqueda de reformas a través del Pacto por México fue relativamente novedosa. Los pocos objetivos que se lograron fueron suficientes para poner sobre la mesa diversos temas de la agenda política de los partidos políticos. También ha quedado claro que existen por lo menos dos visiones opuestas sobre los intereses del país. Los pactistas -PRI, PAN, Verde, Panal- y los amloístas -PT, MC, PRD + Morena. 

No estoy aquí adelantando que el PAN y el PRD vayan a fracturar su futura alianza electoral para 2015 y 2018. Al contrario, en el dictamen que salió de comisiones en lo referente a la reforma política, están contemplados los gobiernos de coalición, situación que se explicaría, por el momento, en la búsqueda de un gobierno distinto al del PRI, que por el resto del sexenio no pretende gobernar bajo ninguna coalición. 

La dimensión de las reformas tiene sus límites en el mercado mismo. Las leyes del mercado son aquellas que rigen el mundo no por su eficiencia o porque son acertadas. Lo son porque el mercado se adueña de todo. A esto le llaman democracia. A la instauración de un régimen basado de nueva cuenta en la explotación para el beneficio del capital internacional. 

Por último,la reforma energética busca incorporar al capital extranjero. Por lo mismo, también tendría la misma naturaleza que las demás reformas, es decir, actualizar la incorporación de México al sistema económico mundial, aunque esto signifique atentar contra los intereses nacionales, si es que aun quedan algunos. 

Mientras los gobiernos en turno estén de acuerdo en poner intereses perversos por encima del bien social, y sobre todo, argumentando falazmente que el liberalismo es la llave que abrirá todas las puertas, cualquier reforma será un atraso. Cualquier reforma será superficial, aunque le digan trascendental.

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