viernes, 29 de abril de 2011

Los signos y su garabato


Garabato: Gancho de hierro para agarrar o tener colgada alguna cosa, o letras y rasgos mal formados.

- Diccionario Enciclopédico

Que no puedas llegar nunca, es lo que te hace grande.

- Goethe

Digo lo que han dicho: Lezama Lima es poeta tropical como Cardenal, y vaya ñapa: versificó para llenar sus ausencias. Díjole su madre: Versa tú historia familiar signándole seguridad ante la muerte del padre su impulsor poético. Vuela al mundo para cantar lo suyo: eterno peregrino sin abandonar nunca su Cuba, sin regalar asideros. Su estallada realidad nos la ofrece en versos creados en niebla y oscuridad, y de su propio caos. En el silencio versa con alegría: “Necesito un pequeño vacío,/ allí me voy reduciendo/ para reaparecer/ palparme y poner la fuente en su lugar./”

Para el goce colectivo los signos poéticos fueron cantados (Rapsodas griegos cantando sucesos de la Ilíada y la Odisea, y tras ellos Homero escribirlos). A pasitos históricos los signos coronan estos cantos, y el cantor dárselo al grupo. Un pelo en la sopa: el Garabato cibernético nos priva del antaño goce de leer al aire libre, o en la banca pública, o en un sillón al claro ventanal: actitud única individual, recreativa y valoral. (¿Desde cuándo, lector, no redactamos carta o simple recado? Mandamos e-mail o mensaje celular para dizque estar en onda cibernética. Su antecesora fue la telefonía, y su arquetipo Telémaco, hijo de Odiseo y Penélope, navegando en la mar de lo distante para saber de su padre, y saberlo vivo regresar a casa y solucionar lo que acontecía en Ítaca.

Mallarmé, ve al leer un poema, sin importar los signos en que está escrito, una partitura que al cantarla, canta el poeta. Paz, díjome: la lectura de un poema consiste en hablar y oír con los ojos. La poesía es desviación y alteración, convocando al leerla a un nuevo orden espiritual. ¿Qué sucederá con el educando clavado en el teclado cibernético, y no en la hoja del libro? Serán duchos con el dedo (tacto anulado), entumorando su cerebro y ser robot para la conveniencia de los que siempre nos han jodido. Esta “era moderna” es depredadora de la prima educacional captando su autoaprendizaje aprendiendo a saber, anulando la función intuitiva de oídos y ojos. Si el padre o educador por conveniencia “moderna” permiten que la máquina se lo trague y no él a ella, ¿a dónde se desemboca? Y después, ¿qué?: espantarnos del petate del muerto…

Aun contradiciéndose lo que el tiempo hace el poeta lo dice: Si la bomba no ha destruido al mundo, si la idea que tenemos de él. La técnica lo ha cambiado. Su misión era transformarlo sin destruirlo ya que el presente que nos ofrece nos instala inseguridad (Laguna Verde: termonuclear en mi pueblo). Ítalo Calvino, en sus “Ciudades Invisibles”, díjome: “El infierno de los vivos es algo por venir; hay uno que ya existe aquí, el Infierno que habitamos todos los días y que formamos todos juntos”.

Sartre dice que los poetas nos ofrecen sus palabras como cosas: las palpas, las hueles, las concibes; y ellas en el poema son relámpago, son fuego y sacudidas. Ayer murió el poeta chileno Gonzalo Rojas (Cervantes 2003:”Morirás Lejos”), siempre irreverente e inconformista, dándonos con sus versos el misterio del ser encerrados en signos para su desdoblamiento: duéleme su muerte hasta el tuétano…

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