jueves, 21 de enero de 2010

El Mundo al Revés

“De cabeza esta el mundo,” comentó una señora que se encontraba en un puesto de periódicos, mirando a distancia las noticias de los diarios de mayor concurrencia. Le di la razón, claro esta. En verdad que no se requiere de una gran perspicacia natural para dar cuenta de los contrasentidos que forman parte del diario acontecer en el mundo; por ejemplo, la multinombrada crisis financiera.

Esta crisis, según lo han confirmado especialistas en la materia, es producto, entre otras cosas, de una superproducción, es decir, de un exceso de producción que supera con creces la demanda. Lo cual indica, en última instancia, que existen medios técnicos suficientes, acaso abundantes, para la satisfacción alimentaria y material de la humanidad entera ¿Por qué entonces existe una brutal proporción de personas en el planeta viviendo en situación de pobreza extrema?

La respuesta habitual a esta pregunta es bien conocida por todos. “Es que carecen de iniciativa y espíritu emprendedor,” explica el discurso oficial de los peritos en economía, los políticos y aquellos que nomás repiten lo que escuchan. En efecto, en el mundo al revés, esto es, en el mundo tal cual es, aquel que se enriquece a costa del trabajo ajeno le llaman líder, emprendedor; aquel que trabaja día y noche para cubrir precariamente el gasto básico primario, le llaman fracasado, mediocre.

En el terreno de la Salud, el principal problema a resolver, según los resultados de múltiples investigaciones, es el de la obesidad. ¿Acaso la hambruna que padecen miles de millones no es una enfermedad que amerita mayor énfasis y atención? El mundo se alarma mas por los que comen en abundancia que por los que casi nunca lo hacen.

En fechas recientes se desató una batalla legal global contra el consumo de cigarrillos en espacios públicos, pues, según argumentan sus principales promotores, el humo que despiden los fumadores atenta contra la salud de la población entera, aun en aquellos que se hallan mínimamente expuestos a la inhalación involuntaria del humo. Pero eso sí, nadie, lo que se dice nadie, impugna el exorbitante aumento del parque vehicular en el mundo. Como dato: el humo que el automóvil despide contiene miles de veces más monóxido de carbono (entre otras muchas sustancias tóxicas) que el humo del cigarrillo. Si lo que esta en juego verdaderamente es la salud pública, ¿por qué no prohibir entonces el transito enloquecido de los autos que están entre los principales causantes de la devastación ambiental y humana en el mundo?

En este mundo que esta de cabeza, los principales promotores de guerras en el mundo –entre los que destaca EE.UU. como primer productor de armas- son los que tienen a su cargo la paz mundial.

Ya para culminar: no hay nada más paradójico, además de triste y decepcionante, que el primer presidente negro electo en la superpotencia norteamericana gobierne como lo haría cualquier blanco que ocupase ese cargo.

“De cabeza esta el mundo,” afirmó la señora sin la menor vacilación. ¿Acaso hacen falta más ejemplos para corroborar lo que divisó aquella mujer?

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